Una batalla más perdida,
desperdiciada al abismo,
descubierta en tristezas,
soñada en espejismos.
Lágrimas rodan por las mejillas
de personas desconocidas,
incluso las mías brotan
causa al sufrimiento visto.
El dolor ajeno se vuelve propio,
las miradas de dolor atraviesan la escencia misma,
abrazos parecen insignificantes,
palabras alimentan la impotencia.
Desesperados ruegan porque todo sea mentira,
habían ya experimentado felicidad,
el sueño se tornó a pesadilla
haciéndolos vivir desvelos.
Aquella pequeña que observó la batalla,
queda ahogada en el dolor,
la partida le afectó el alma,
su padre se llevó su corazón...
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