Esta historia no tiene fecha, no tiene tiempo. Comienza cuando una chica muy hermosa e inteligente vivía una de las mejores etapas de su juventud.
Soñaba con el amor, como es normal a esa edad. Tenía planes e ilusiones.
Era alegre como el viento y fuerte como la montaña pero dentro de sí escondía un corazón tierno y sincero.
Tenía temores a pesar de su seguridad arrebatante. Tenía miedo de mostrar sus sentimientos porque sentía desconfianza hacia las personas que rompieran su corazón.
A pesar de todo eso mantenía un gran sueño. Quería ser una verdadera rosa.
Una noche un hada atravesó su ventana y se dirigió así a la jovencita:
- Escucha bien y atenta a mis palabras. Para hacer tu sueño realidad tienes que liberarte de tus temores y la desconfianza que te acompleja. No tengas miedo al amor, a la amistad sincera y no desconfíes tanto de aquellas personas que te aprecian y quieren de corazón.
- Y ¿Cómo voy a lograr eso? – Preguntó la muchacha.
- Debes confiar en tus sentimientos, – Contestó el Hada – se cautelosa pero sin cerrar tu corazón. No lo des todo de un solo golpe y no te niegues un pedacito de ti.
Pensativa aún, la jovencita aceptó la propuesta. Liberarse y abrir su corazón.
No fue sencillo. Después de varios meses llegó el día en que se sintió muy feliz y satisfecha pues había entregado un pedacito de su corazón a los demás.
Durante ese tiempo también fue dañada, sufrió, pero sus heridas fueron sanadas y aprendió a levantarse en cada caída.
De esa forma aprendió a amar y a ser amada.
Esa noche el hada atravesó de nuevo su ventana y le dijo entre sueños:
“Te felicito por todo lo que has hecho y aunque fue difícil ha valido la pena. Desde hoy y hasta el final de tu vida adornarás cada lugar donde vayas y dejarás rocío a tu paso, no solo por tu belleza, si no por lo quien eres por dentro.
Desde hoy serás una rosa que abra sus petalos a los rayos del sol y por la noche se cierre tiernamente a la luz de la luna.”
Diciendo estas palabras la envolvió en una luz mágica y se durmió.
Al día siguiente las demás personas se dieron cuenta del cambio en la jovencita que ahora era una mujer, ahora era una rosa.
María de Lourdes Moreno Gómez
Soñaba con el amor, como es normal a esa edad. Tenía planes e ilusiones.
Era alegre como el viento y fuerte como la montaña pero dentro de sí escondía un corazón tierno y sincero.
Tenía temores a pesar de su seguridad arrebatante. Tenía miedo de mostrar sus sentimientos porque sentía desconfianza hacia las personas que rompieran su corazón.
A pesar de todo eso mantenía un gran sueño. Quería ser una verdadera rosa.
Una noche un hada atravesó su ventana y se dirigió así a la jovencita:
- Escucha bien y atenta a mis palabras. Para hacer tu sueño realidad tienes que liberarte de tus temores y la desconfianza que te acompleja. No tengas miedo al amor, a la amistad sincera y no desconfíes tanto de aquellas personas que te aprecian y quieren de corazón.
- Y ¿Cómo voy a lograr eso? – Preguntó la muchacha.
- Debes confiar en tus sentimientos, – Contestó el Hada – se cautelosa pero sin cerrar tu corazón. No lo des todo de un solo golpe y no te niegues un pedacito de ti.
Pensativa aún, la jovencita aceptó la propuesta. Liberarse y abrir su corazón.
No fue sencillo. Después de varios meses llegó el día en que se sintió muy feliz y satisfecha pues había entregado un pedacito de su corazón a los demás.
Durante ese tiempo también fue dañada, sufrió, pero sus heridas fueron sanadas y aprendió a levantarse en cada caída.
De esa forma aprendió a amar y a ser amada.
Esa noche el hada atravesó de nuevo su ventana y le dijo entre sueños:
“Te felicito por todo lo que has hecho y aunque fue difícil ha valido la pena. Desde hoy y hasta el final de tu vida adornarás cada lugar donde vayas y dejarás rocío a tu paso, no solo por tu belleza, si no por lo quien eres por dentro.
Desde hoy serás una rosa que abra sus petalos a los rayos del sol y por la noche se cierre tiernamente a la luz de la luna.”
Diciendo estas palabras la envolvió en una luz mágica y se durmió.
Al día siguiente las demás personas se dieron cuenta del cambio en la jovencita que ahora era una mujer, ahora era una rosa.
María de Lourdes Moreno Gómez
Comentarios
Publicar un comentario
Escribe aquí tu comentario.
Recuerda siempre dejar tu nombre y tu correo electrónico.
Gracias.