"Hay cosas que recordaré toda la vida aunque hayan cambiado..."
Son muchas cosas por las que sentimos nostalgia, muchas de ellas son muy intensas. Algo tan intenso como los juegos de niños, esos que todavía hace algunos años se podían jugar en las calles y hasta de noche. Quién no recuerda esas tardes calurosas donde nuestros padres sacaban sus sillas y la mecedora de la abuela para poderse sentar un rato en la banqueta disfrutando del viento fresco. Esperar a que la noche cayera y mientras, nosotros agotábamos las fuerzas jugando de todo.
Con el trompo hacíamos figuras y "suertes" al lanzarlo. Que el boomerang o pasarlo por debajo de la pierna. Pero si los trompos eran de plástico con punta de clavo, era otro el juego. Pegarle al trompo tirado en el suelo. Pobre del que quisiera jugar con los del otro tipo, porque al primer trancazo se quebraban.
Otro juguete así era el yo-yo, con el que algunos se divertían haciendo también figuras. "El Perrito", "Saltando la cerca", "La vuelta al mundo", "el columpio", "La estrella", "La moto", "Tejiendo sueter", etc. Aunque el efecto más común era el de un vidrio roto cuando la cuerda se reventaba.
El balero es un juguete muy antiguo, que todavía lo encuentras en donde venden artesanías. Ah, pero no había bronca si no había dinero para comprar uno. Una lata, una rama y una cuerda eran suficiente para hacerse uno. Pero había que cuidarse de los golpes porque era muy común darte uno en el dorso de la mano o en el dedo gordo.
Otro de los juegos que te dejaban marcas fueron unas bolas de plástico, como canicas grandes que estaban unidas por una cuerda y que al golpearlas entre sí hacían un sonido muy peculiar. Las Tiki-Taka.
Y en cuanto a los juegos, no faltan las escondidas, el tradicional "la trais", el "Stop", el "bebeleche", y uno de mis favoritos, el "Changais".
Todos tenían sus reglas establecidas, para evitar las discusiones, que nunca faltaban y que eran las que le daban esa chispa especial a los juegos.
Jugar a las canicas, al "Pocito", o los "Pocitos", tirando de "uñazo" o de "huesito" sin olvidar no hacer "Puya" y no había "tache pite". También había juegos de Cuadro, triangulo, circulo, y los que se nos ocurrieran. Y había canicas de todos tipos, como las "agüitas, florecitas, piratas, cagadas o espaciales, pulpitos, ponchitos y cacalotas".
También había un juego que encontrabas en las ferias que nadie se resistía a jugar. El futbolito. Pegándole de "rehiletazo", porque querías que saliera fuerte a veces hacías que la pelotita cayera en el futbolito del vecino. Se jugaba de retas de 2 contra 2 y hoy lo seguimos buscando en las ferias del barrio.
Claro está que cuando había modo y espacio la calle se convertía en cancha de los mejores selecciones del mundo. Hubo un tiempo en que todos querían ser Hugo Sánchez o sus compañeros en el Real Madrid, Butragueño, Gordillo, Sanchíz, Michel o Zubizarreta. En el otro equipo estarían Zico, Romario, Maradona o Bebeto.
El riesgo mas grande era romper un vidrio, o pegarle al vecino que estaba plácidamente sentado en la banqueta, y no faltaba el vecino amargado que no quería devolver el balón que se volaba a su azotea.
Ya para descansar nos tomábamos nuestro refresco con unas deliciosas papitas, cuando alcanzaba la lana. Si no, comprar un bolis de los que vendía una vecina para mitigar el calor.
Quedarte en la calle jugando la piquita de fut hasta ya entrada la noche era algo peligroso, porque era muy posible que llegará tu mamá a "invitarte amistosamente" a regresar al hogar. Y no hay quien se niegue a jugar en una tarde calurosa en la calle, poniendo porterías con piedras o con la mochila, sin importar si raspas los zapatos de la escuela, esquivando carros, jugadores y árboles en la banqueta, y aunado a todo esto, una fresca lluvia para complicar aún más las jugadas de todos.
¿Te acuerdas tú también?
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