Meses tratando de aprender un guión, sobre personalidades que nunca serán de ellos ¿y para qué?
Probándose diferentes vestuarios que escogieron del closet y ni siquiera son su estilo, ¿Y para qué?
Aprendiendo costumbres que ni siquiera sabían que existían, levantándose temprano en días de descanso para que una obra esté lista a tiempo… ¿con qué fin?
Hoy en unos momentos se presenta la obra en la que han estado trabajando, olores de comida se vuelven un martirio para los pobres actores que se han limitado a comidas ligeras causa a que los nervios los sienten a flor de piel, pero estos son diferentes, son unos nervios revueltos con la más grande adrenalina que se puede conocer, y es que el teatro está lleno…
Personas llegan y llegan, cada vez más, el teatro está por reventar, familiares, amigos, vecinos, compañeros, personas que no conocen, no han quedado asientos vacíos…
Tercera llamada, la obra empieza, de aquí en adelante se tendrán que adueñar del tiempo y escenario, aquel imponente espacio que ocupa un poco menos de la mitad del lugar, si, lo tendrán que llenar. El trata de apoderarse sobre ellos valiendose de las inquietantes emociones conjugadas de los actores, sienten las luces quemar su rostro, pero no huirán, poco a poco incrementan su confianza sobre el, entran a fondo en el personaje, su personalidad normal ha sido guardada y le permiten al personaje vivir por medio de esta obra, por un momento. El calor ahora se revuelve con la adrenalina que va creciendo, ahora los espectadores pueden sentirla, el escenario es de ellos, el escenario es de ellos…
Los presentes empiezan a reaccionar a su actuar, se siente como si los kilos de maquillaje y líneas de expresión mal marcadas no importaran ahora, ahora solo depende de ellos, el hambre que sentían en un principio ahora se vuelven nervios también, todo eso se olvida al oír el reaccionar del público cada vez más a su favor, ahora el público también es de ellos…
La obra termina, cada uno de ellos pasando para recibir los aplausos y gritos del público satisfecho con el tiempo que dedicaron... su público...
Ya no se necesita niguna otra luz más que la de sus sonrisas de regocijo final que iluminan el lugar entero.
Las imágenes del lugar lleno y los sonidos de los aplausos los acompañarán de ahora en adelante, hasta la próxima obra en que se prepararan de vuelta para dar lo mejor que puedan.
Ahora se entiende porque los meses de ensayos y el escoger vestuarios que no se pondrían en un día normal, o el levarse temprano en vacaciones, todo eso y muchísimo más son capaces de hacerlo... por amor al teatro.
A usted actor y portador de alegría, gracias, a usted público que siempre toma su tiempo para divertirse con nosotros, gracias, y a todos les deseamos un ¡Feliz Día Mundial del Teatro!
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